El daño cerebral no afecta únicamente a la persona que ha sufrido la lesión. La familia es la receptora inmediata del impacto emocional que supone la aparición de daño cerebral en uno de sus miembros y es, a la vez, el pilar de apoyo en el que se sustenta buena parte del proceso de recuperación. Es por ello que parte de las funciones del neuropsicólogo y otros profesionales es prestar atención, educación, orientación y ayuda a las familias de estos pacientes. A lo largo del proceso de evolución del paciente surgen distintas necesidades y demandas por parte de sus allegados. Al principio suelen mostrarse confundidos ante los cambios cognitivos y emocionales del familiar con daño cerebral, que no consiguen comprender; asimismo, se frustran ante la lentitud del proceso de recuperación y ante la sensación de que el tiempo pasa y el familiar afectado no consigue volver a la situación previa a la lesión. Es por ello que la educación de las familias es una de las primeras labores que se deben llevar a cabo desde la atención al daño cerebral, con el fin de reducir la incertidumbre que les genera el estado del paciente y sus conductas y eliminar en la medida de lo posible las creencias erróneas que muchas veces subyacen en relación que establecen con su familiar. Asimismo, el neuropsicólogo debe estar presente para solucionar aquellos problemas puntuales que en el transcurso de la rehabilitación planteen los familiares acerca de las conductas o problemas de su ser querido que vayan surgiendo, y poner su formación y experiencia al servicio del consejo familiar cuando así lo demanden. En los momentos de mayor impacto emocional y dificultades de adaptación a la nueva situación, o en el caso de que los familiares tomen una decisión de relevancia para el pa25ciente, el neuropsicólogo debe mostrarles su apoyo.